El Real Decreto 385/2017 de 8 de abril declaraba la trashumancia como Manifestación Representativa del Patrimonio Cultural Inmaterial, una técnica ganadera específica, con unos conocimientos y unos saberes específicos y una forma de vida característica que ha modelado el paisaje y que ha desarrollado un fuerte concepto de identidad en las comunidades que se han dedicado a la misma.
Brieva de Cameros ha sido, históricamente, un pueblo volcado a la trashumancia que ha sido durante mucho tiempo su actividad principal. Esta práctica ganadera se ha mantenido viva en la localidad hasta hace muy poco tiempo. A pesar que en la actualidad no trashuma ningún rebaño de la localidad (aunque es frecuente que sus pastizales de verano sean utilizados por ganaderos trashumantes de otras localidades y regiones), esta práctica sigue profundamente arraigada en el sentimiento y en la identidad de la población. Hablar de Brieva es, irremediablemente, hablar de trashumancia.
Muchas personas de la localidad aún vivas, mantiene además los saberes, los cuentan y trasmiten a las nuevas generaciones que, aun no dedicándose a la ganadería, mantiene vivo el sentimiento de pertenecer y ser partícipe de un territorio que sigue reconociendo a la trashumancia como su principal seña de identidad.
Voluntad general de conservar la memoria
La actual situación de la localidad, marcada por un grave problema de despoblación, envejecimiento y falta de relevo en las actividades, y la voluntad general de conservar la memoria movió al ayuntamiento (organizado como concejo abierto) y a toda la comunidad local, a tratar de impulsar acciones que permitieran conservar la trashumancia.
Esta voluntad viene de antiguo. Brieva de Cameros fue una de las primeras localidades españolas, si no la primera, en organizar una fiesta de la trashumancia que, en sus primeras ediciones, coincidía con el regreso del último rebaño trashumante que ha operado en la localidad y que una vez desaparecido este, se ha seguido celebrando con la presencia de otros rebaños foráneos que acudían, como se ha comentado, a disfrutar de los pastizales.
Pero el paso de los años, y a pesar de la vigencia de la celebración comentada y de la presencia de algunos rebaños, la sensación general era que se requería un nuevo esfuerzo, una nueva metodología y un nuevo enfoque que permitiera garantizar que la trashumancia continuara siendo un elemento vivo. Olvidar la trashumancia sería tanto como diluir la historia y la
identidad de la localidad y, en las actuales circunstancias de este medio rural de montaña, asestar un duro golpe al futuro de la misma.
Desde esta prespectiva se planteó la posibilidad de desarrollar un proyecto que permitiera buscar alternativas que, desde la conservación de estas prácticas tradicionales, permitieran dibujar un escenario de futuro para la localidad. Con esta intención se puso en marcha el presente proyecto , sin una idea inicial clara de hasta donde se podía llegar, pero con una clara
voluntad de que existiera un antes y un después del mismo en lo que se refería a marcar una estrategia colectiva y solidaria que permitiera garantizar la continuidad de las prácticas trashumantes.
Algunas cosas estaban claras:
Se quería aprender de los mayores, de sus saberes, de cómo se había desarrollado la trashumancia en la localidad.
Se quería divulgar un mejor conocimiento de la trashumancia, difundir su historia, sus tradiciones, su patrimonio material. Buscar desde lo particular y local un mayor conocimiento de un fenómeno amplio, complejo y diverso del que Brieva se siente parte.
Y, por qué no, tratar de recuperar la actividad.
Los tiempos para desarrollar este proyecto no han sido los mejores. Desgraciadamente la pandemia motivada por el Coronavirus desembarcó en nuestras vidas justo en el momento que se iniciaba el proyecto. Y esto ha sido una importante limitación para poder desarrollar muchas
de las actividades que se querían plantear.
Pero la voluntad ha sido más fuerte que las circunstancias y, a pesar de las limitaciones, de los problemas y de las desgraciadas circunstancias, el proyecto ha seguido adelante. No lo podemos dar por finalizado, esta es una tarea que debe mantenerse en el tiempo, no es trabajo de un día, de un mes o de un año. Pero si ha servido de forma clara para devolver la ilusión y abrir nuevas posibilidades a un territorio que tiene en la trashumancia y en la ganadería extensiva una de sus posibilidades de futuro.
Tiempo habrá de poder profundizar en más cuestiones, pero los pasos que se han dado y la voluntad manifestada abre sin duda un nuevo escenario para abordar ese incierto porvenir de este territorio.