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    Salvaguarda la Trashumancia en Brieva de Cameros

    Vida Pastoril. Una obra imprescindible.

    En 1832 Manuel del Río publicó su conocida obra Vida Pastoril, un trabajo que tiene como intención servir de manual para la formación de los pastores trashumantes. .

    Manuel del Río, nació el 17 de julio de 1757 en la localidad soriana de Carrascosa de la que fue vecino. Poco sabemos de su vida salvo que fue trashumante y Hermano del Honrado Concejo de la Mesta,  que, en la época en la que ve la luz la obra, se encontraba ya próximo a su desaparición. Un momento de especial significación.

    Se trata del primer trabajo que conocemos de un manual de pastores escrito por un pastor español, como él mismo manifiesta. No es el único manual de pastores del que tenemos noticia; cabría destacar la obra Instrucción para pastores y ganaderos  escrita en francés por Daubenton y traducida por Francisco González que vio la luz en su edición en castellano en 1798, obra y autor de gran interés del que nos ocuparemos en otra ocasión.

    La obra es sin duda un documento fundamental para conocer las prácticas ganaderas de los trashumantes durante los siglos XVIII y XIX. El autor refiere que en la obra recoge sus más de 50 años de experiencia de trashumante, lo que nos sitúa en un espacio cronológico que incluye el momento de mayor cabaña pero también la crisis de la institución mesteña. Esto confiere a la publicación un indudable valor documental.

    En la obra Manuel del Río reivindica la experiencia y tradición de los trashumantes de la cabeza soriana, atribuyendo a esta región “el origen de la ganadería”, podemos suponer que trashumante, de la que después paso a las otras sierras de Cuenca, Segovia y León. Y un tono de cierta reivindicación del buen hacer de los ganaderos sorianos por lo que “hasta hace poco tiempo” los mayorales eran sorianos. Hace mención igualmente a la pérdida de peso de la cabaña soriana en relación con el resto de zonas trashumantes. Una  situación que se produce por los cambios experimentados durante los siglos XVII y XVII en la que los pequeños ganaderos, como era la situación en esta zona, se van viendo sustituidos por grandes propietarios que se incorporan a la actividad y que terminan reuniendo grandes rebaños. La documentación dejará claro como culmina este proceso durante el siglo XIX cuando en tierras riojanas la mayor parte de los cabezas de lanar se convierten en estantes, localizando en cada municipio pequeñas puntas de trashumantes que quizá podríamos vincular a la escusa de algunos pastores que seguían prestando servicio en otras cabañas trashumantes.

    El manual hace un completo repaso a las diferentes tareas del pastor en los diferentes momentos y ante diferentes situaciones. Es también un excelente compendio de veterinaria tradicional. Es definitiva una completa guía de lo que un pastor trashumante debe saber para poder cumplir adecuadamente con sus labores.

    El texto es sencillo pero muy claro y, además de los consejos y recomendaciones intercala en sus páginas algunas opiniones sobre el por qué de la trashumancia, o sobre la riqueza que la trashumancia provoca. En este sentido no dice que “cuando se establecieron las cabañas trashumantes en España distribuyeron las épocas en que debían variar de terreno, para que disfrutando de cuatro primaveras, incluso dos otoños, que unido al esmero que dejamos indicado para la elección de los padres, estuviesen nuestras lanas en primacía en toda Europa. Como las cuatro sierras necesitasen mas que otro suelo buscar medios para conservar sus ganados, el Gobierno, , como lo prueban los antiguos privilegios concedidos por nuestros soberanos desde el momento de creación del ramo, determinó no solo el que se habilitasen las sierras nevadas, sino el hacer pastables y útiles las brañas incultas de que abundaba la Estremadura.” (pp. 150- 151)

    Vamos a recordar, por lo emotivo, el momento cuando hace referencia al retorno de los pastores a su tierra: “Cuando los ganados emprenden su marcha hacia las sierras, los Pastores no sienten el camino, por el gusto que llevan de poner el fruto de sus tareas en mano de los amos, y el deseo de legar á su país para descansar y ver sus familias. Estos placeres no dejan de estar mezclados de disgustos, por los continuos acontecimientos que les suceden en el camino, pues por todas partes se ven perseguidos y amenazados si no aprontan lo que les pide, salga ó no del cordel el ganado; y solo la desgracia de haber nacido en un país miserable les hace arrostrar los peligros de la trashumación como único medio de subsistir ellos y su familia, aunque esta se tiene que auxiliar con su trabajo hilando, pues de otro modo no podrían mantenerse con doscientos veinte reales de soldada, y la escusa de una yegua, seis ovejas y cuatro cabras” (pp. 152- 153).

    Un texto que nos recuerda la dureza de esta labor que, por el contrario, generaba grandes beneficios a los propietarios.

    Se trata, en todo caso, de un texto de imprescindible lectura para todos los que quieran conocer los quehaceres y pormenores de la vida del pastor en los momentos del ocaso de la Mesta. Las nuevas reimpresiones que se han realizado de esta publicación, permiten además su relativamente sencilla adquisición.